Crítica a Al borde de la boca, diez intuiciones en torno al mate. Carmen M. Cáceres. Legua, Fiordo editorial, 2022.

            Al inicio de Al borde de la boca, Carmen Cáceres se plantea la dificultad de “pensar en las acciones que repetimos día tras día”, algo “casi tan difícil como pedirle al ojo que mire sus propias pestañas”. Se propone retratar la experiencia del mate y confiesa el temor de que, si falla, aquello que ama pueda ser juzgado mal.

            Sin embargo, a través de diez intuiciones, se lanza a explorar y decodificar los efectos de la infusión en la mente y en el cuerpo. Se detiene en sus variantes individuales o colectivas, en los escenarios; y va de lo atávico a los riesgos de la globalización, sin esquivar el costado oscuro del trabajo infantil en la economía del producto.

            En la primera intuición, la continuidad como rasgo de la naturaleza del mate, ligada a la quietud, la lleva a concluir que esta infusión, a diferencia de otras,“no produce una modificación de la percepción”,“la reduce a su enunciación más simple: estar”. En la segunda, enuncia el poder de la repetición cotidiana de la ceremonia, en relación al transcurrir del tiempo. Un tiempo percibido bajo “una luz fragmentada y la ausencia de consciencia histórica”, donde el mate “abre un claro”, nos permite “identificar la dispersión y unirnos a ella”.

            Su pensamiento atraviesa capas y capas de conciencia hasta devolverle a la ceremonia privada del mate su hondura sociológica y zen. Desde su propia experiencia y deleite, pero también desde la lucidez crítica, Cáceres enhebra citas, sensaciones y aciertos poéticos con el mismo amoroso cuidado de quien hace circular la icónica calabacita. Luego de leer este ensayo no se puede seguir tomando mate de la misma manera ni distraídamente.

            En una intuición notable, da cuenta de cómo, aún en torno a este detalle cotidiano, la marca de género, indeleble y perversa, se impone asociada a la figura de hombres rudos y recios. Y los ejemplos literarios que trae no excluyen la presencia de la violencia masculina, tan expandida en la actualidad. Un párrafo aparte merecen las ilustraciones, en especial el rostro de mujer vaciado, con un mate y un pañuelo, que deviene político y polisémico. Las imágenes no sólo suman sentido y extrañamiento, también pertenecen al conjunto de collages que Cáceres viene desarrollando en paralelo a su escritura. Algunos de ellos ya pertenecen al arte de tapa de editoriales como Periférica y Anagrama.

            Hay placer y tensión en la lectura: el deseo de llegar, de la mano de su prosa, a la intuición prometida en cada capítulo. Con delicadeza y precisión, el discurrir se articula en torno al mate, pero también la estructura recrea con elegancia la secuencia ligada a la ceremonia. Así, el libro cierra diseccionando el gracias ritual que da fin a la ingesta.

            Se sugiere degustar las intuiciones de a una. Reservar el texto. Y demorar, con intencionada lentitud, el adiós a este fruto feliz del aislamiento. No, Carmen Cáceres no solo no ha traicionado lo que ama. Contadas veces, un libro honra así su objeto, con tal erotismo del corazón.

María José Eyras


Publicado en Cultura Perfil, domingo 17 de julio de 2022

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